Las acerías europeas ¿En peligro por el acero chino?

Desde el año 2008 la producción de acero en Europa ha caído a la mitad. El sector se ha llevado tras de si miles de puestos de trabajo. En el año 2013 Arcelor ponía contra las cuerdas a sus trabajadores en toda Europa: la “sobreproducción estructural”, “la demanda insuficiente” y “el continuado descenso en los pedidos por la debilidad de la economía europea[i] hacen necesario cerrar acerías. ¿La receta para salir de la situación? Reducciones de salarios y empeoramientos de convenios. Exactamente la misma receta que estaba acabando con el consumo y profundizando la recesión en toda Europa. Pero para Arcelor, poner a competir a los trabajadores entre sí a lo largo del continente, tenía su propio objetivo: cerrar varias acerías para intentar mantener los beneficios. Meses después, Arcelor ya tenía ganadores en este particular concurso: decidía cerrar 6 plantas en Bélgica y Francia.

Dos años más tarde, la renqueante economía europea sigue intentando salir a flote a base de recortes salariales, facilitación del despido y descenso del gasto publico. El consumo de automóviles y la construcción, antiguos motores del acero, siguen por los suelos. Los países del sur, asfixiados por la crisis de la deuda, tras los multimillonarios rescates a la banca privada, son llamados a recortar costes salariales para mejorar sus exportaciones… hacia economías que cada vez importan menos en el centro de Europa.

En este contexto, 9 grupos de presión patronales, incluyendo Eurofer y la American Iron and Steel Institute, sacan a relucir un nuevo enemigo: “el mercado sufre de crisis de sobreproducción y la industria del acero chino es el principal contribuidor global al problema”.

 

El peligro amarillo…¿la única amenaza?

China produce aproximadamente la mitad del acero mundial. Con una capacidad instalada de 1.250 millones de toneladas anuales, en 2015 China ha exportado 88 millones de toneladas de acero. Un 25% más que el año precedente, y el equivalente a la producción de Méjico y Canadá juntas.

Tata Steel, una acería privada india con implantación en Gran Bretaña, ha anunciado el cierre de varias instalaciones en el país y el despido de 1.200 trabajadores, por “la competencia del acero chino”. “Los productores de acero chinos están plenamente subsidiados por el gobierno chino y las provincias”, se queja la patronal UK Steel.

La otrora pujante industria de la energía eólica y maremotriz británica, esta de capa caída, y los pedidos de acero caen a mínimos históricos. Salir de la recesión realizando un cambio hacia energías más sostenibles y ecológicas no es rentable para los inversores. En ese contexto, el acero importado desde china en Gran Bretaña, que apenas ha pasado del 2% del total al 8% en los últimos, tiene un efecto notable en los pedidos.

En España, Arcelor amenaza con cerrar la planta de Sestao si “nos inundan de acero casi un 30% más barato procedente desde China”. La multinacional india exige “medidas rápidas de protección y defensa comercial” para imponer aranceles al acero de importación.

Sin embargo, la multinacional se ve obligada a reconocer que existe un problema de fondo: la acería de Sestao “es una acería eléctrica y el coste de la energía eléctrica para las industrias electrointensivas como este caso es muy alto”. La electricidad en nuestro país tiene un “coste mucho más alto” que el resto de Europa.[ii]

Arcelor ha obtenido unos beneficios de 352 millones de euros en el 2º trimestre de 2015, un 22% más que en 2014. Pero seguir aumentando el EBIDTA, los beneficios, sigue siendo una exigencia de los accionistas. La misma exigencia que hacen los accionistas de Endesa, que utilizan el elevado precio de la luz para maximizar sus inversiones. En esta lucha despiadada, los trabajadores de Sestao son unos rehenes involuntarios entre dos grupos empresariales.

La sobreproducción en el país asiático 

A diferencia de Europa, China crece cerca del 7% anualmente. El increíble despegue chino se ha sustentado en las últimas décadas en la producción y exportación hacía otros países. Por eso, la recesión en Europa y EEUU, los principales compradores de esos productos, está pasando factura al país asiático.

La desaceleración ha sacado a la luz un problema de sobrecapacidad en sectores como el carbón, el acero el cemento, el aluminio y el cristal. Tres millones de empleos desaparecerán en esos sectores en el país en los próximos años. La economía china, que ha pasado de la planificación económica a un sistema en el que las fuerzas de mercado juegan un papel más crucial para determinar precios y producción, tiene problemas semejantes a las economías capitalistas. Las provincias chinas, que tienen coomo objetivo mantener el empleo, subvencionan las empresas y las animan a exportar el excedente no consumido en el país.

Sin embargo el gobierno chino no parece aspirar a “exportar la crisis” inundando con acero barato el resto de economías. Según la patronal del acero europea, China tiene una sobreproducción de 425 millones de toneladas. Desde 2012 China ha eliminado más de 90 millones de toneladas de capacidad de producción. En los próximos años el país dejará de producir de 100 a 150 millones de toneladas, según el Consejo de Estado Chino. Esta reducción implicará despedir a 400.000 trabajadores, según Li Xinchuang del China Metallurgical Industry Planning and Research Institute. Una cifra elevada, teniendo en cuenta que en el sector –sin contar los productores privados- trabajan 1.8 millones de trabajadores.[iii]

Hasta aquí nada que no conozcamos en nuestro país, donde el estallido de la burbuja inmobiliaria y crediticia arrastró tras de sí a una economía que ya vivía de un consumo basado en el crédito. Millones de trabajadores pasaron a engrosar las filas del paro. Y sin embargo, la “sobreproducción con características chinas” tiene algunas particularidades.

La restructuración “con características chinas”

En China, la mayoría de las acerías son estatales, y como tales no tienen como objetivo obtener los máximos beneficios. De hecho, llevan dos años operando con pérdidas. Sin embargo, para dejar en la calle a sus trabajadores deben conseguir la aprobación del gobierno. En  el país asiático, las leyes económicas de competencia extrema, de restructuración sobre los hombros de los trabajadores y de búsqueda exclusiva del máximo beneficio, no juegan tan libremente como quisieran.

Desde 2013, el país ha dejado de aprobar nueva capacidad de acero. China también tiene pensado cerrar “de forma gradual las acerías que no cumplan los estándares ambientales, de seguridad y de conservación energética.” La capacidad restante “deberá ser optimizada en parte a través de elevar los estándares de acceso al mercado sobre protección ambiental y uso de la energía, materiales y agua.” Además “el país alentará las fusiones y adquisiciones y "guiará la salida voluntaria" de las compañías débiles que no puedan dejar de registrar pérdidas.” Es decir: la restructuración del sector se hará consolidando las mayores empresas estatales y mejorando su tecnología para ser más respetuosa con el medio ambiente.

En su visita a Gran Bretaña, en sock por el anuncio de cierre de Tata Steel, el presidente Xi Jiping declaraba: “China ha tomado una serie de medidas para reducir la capacidad, hemos reducido la producción de acero en millones de toneladas, y puedes imaginar la tarea de encontrar empleos para esos trabajadores”. En China, el gobierno se considera responsable último a la hora de dar una salida a esos trabajadores.

Para enfrentar los costes de la restructuración, y ayudar a los trabajadores de los sectores con sobreproducción, la agencia Xinhua informaba de la creación de un “fondo de restructuración industrial” para recabar dinero de las fábricas de todo el país con base en su consumo de electricidad”. El objetivo es que el resto de industrias del país aporten unos 7.200 millones de dólares al año para los sectores con dificultades.[iv] El grueso del dinero recaudado irá destinado a indemnizar a los trabajadores despedidos.

El consejo de estado ha sacado unas directrices guía sobre la restructuración: “el país salvaguardará los legítimos intereses de los trabajadores despedidos a través de ofrecer nuevos empleos, de apoyarlos para empezar negocios y de ofrecerles cargos en empresas sin afán de lucro.”

Crear nuevos motores

A pesar de la recesión, China seguirá siendo el mayor productor de acero del mundo, porque existen nuevos motores económicos promocionados por el estado que seguirán necesitando acero. La mitad de la población china vive en el campo y en los próximos 5 años tiene planificado construir 10 megaciudades de varios millones de habitantes. En los próximos años el país pretende construir 10.000 km de vías férreas de alta velocidad para conectar el interior y la costa del país.[v] E igualmente ha planificado instalar en los próximos 15 años una capacidad de generación de energías renovables equivalente al total de lo que consume EEUU en un año. Sólo en energía eólica, el país se ha marcado la meta de construir en los próximos 5 años 100 GW. Una cantidad enorme.[vi] Todos estos sectores, seguirán necesitando acero.

Los trenes de alta velocidad y la energía renovable no son “rentables” en la economía capitalista. Sin embargo, en China ambos sectores están en su mayoría en manos del estado, que no se marca como objetivo obtener el máximo beneficio. Los créditos a esos sectores son otorgados por bancos públicos estatales, el llamado “capital paciente” que no exige que se devuelvan inmediatamente, ni exige intereses elevados.[vii] Tampoco exige hacerse con el control de las empresas o su cierre en caso de impago de una parte de los créditos. El dinero prestado por los bancos públicos, cumple un papel social.

Y por último, y más sorprendente aún para una Europa que se ahoga en la austeridad, el gobierno chino se ha marcado como objetivo doblar la riqueza de las familias en 2020 comparado con el año 2010, aumentado los salarios un 7% cada año.[viii] El gobierno del país ha planificado cambiar la base de la economía, desde la exportación, basada en unos salarios competitivamente bajos, y unas jornadas laborales extenuantes, a una de consumo, elevando el nivel de vida de sus ciudadanos y mejorando la renqueante red de seguridad social, que hoy sigue dejando en la miseria a millones de familias que deben hacer frente a los gastos de un pariente enfermo.

Las fuerzas del mercado son implacables, en China y en Europa. Y la lucha de las empresas por acaparar sectores con alto crecimiento crea burbujas y sobreproducción, que acaban estallando tiempo después sobre las espaldas de los trabajadores. Pero atribuir exclusivamente a un país como China, responsable del 33% del crecimiento mundial – parte la producción europea tiene ese país como destino- el problema del acero, es ignorar que la austeridad, la ausencia de motores alternativos a los coches y las viviendas, y la lucha competitiva entre grandes empresas, están en el origen de la crisis en nuestro continente.

Los trabajadores de Sestao tienen en los accionistas de Endesa y Arcelor sus principales enemigos, porque ambos intentan maximizar sus "porfolios", unos aumentando el precio de la luz y otros poniendo a competir acerías. Es evidente que el acero que China no consume debe tener aranceles. Que el estado debe imponer precios máximos a la energía a las familias y las empresas. Que el sector energético de nuestro país debe estar en manos públicas para reinvertir los beneficios en energías renovables. Que se debe obligar a Arcelor a repartir la carga de la crisis entre los distintos centros y paises. Que se debe exigir a Arcelor disminuir sus beneficios y no recortar empleo, seguridad o inversiones. Pero para que el sector se revitalice, hacen falta motores alternativos, en los que las necesidades sociales en energía renovable, transporte público, trenes de cercanías, aislamiento de casas, remodelación de infraestructuras... hagan rodar la economía. Y para eso, hace falta que la economía esté al servicio de las personas, no del beneficio.

 

A. Mancebo

Enero 2016

www.jaimelago.org