El PCE y los trabajadores de la industria. 7 mitos que impiden profundizar la relación

En 2013, Pablo Iglesias Turrión, líder de Podemos, recogía un sentir muy arraigado en la izquierda española: “Durante mucho tiempo, en Europa, la clase obrera representó una enorme masa de población asalariada.... Aquella clase obrera... representaba el sujeto de avance hacia el progreso. Pero el trabajo ha cambiado.... los que hoy están en la base de la estructura económica son irreductibles a una sola unidad simbólica... y sólo la miopía de cierta izquierda puede insistir en agruparles a todos bajo la etiqueta de obreros e invitarles a afiliarse a los sindicatos”.1 Entre la izquierda de tradición marxista no se comparte esta vision. Sin embargo, muchos manifiestan la misma idea de fondo: la “antigua clase obrera industrial” está en vías de desaparición, más en un país fundamentalmente dependiente de los servicios como el nuestro, que ha dado lugar al surgimiento de un nuevo grupo social “el precariado”. Nuevas contradicciones entre “precarios y no precarios” y “problemáticas que superan claramente el problema de clase social” son fuente de reflexión entre los activistas. Pero ¿Estaremos ante el fin de la clase obrera “de los sectores estratégicos”?

 

Mito 1: El sector servicios es, en el siglo 21, lo que la industria era en el 19 

Uno de los mitos más extendido entre la izquierda en España en la relación con los trabajadores es la supuesta desaparición de la clase obrera industrial “tradicional”. Los cambios operados en la estructura empresarial, con aparición de de cadenas de subcontratas, muchas de ellas incluidas en la estadística en el sector servicios, ha producido una imagen deformada: la industria está en vías de desaparición. La estadística oficial así lo recoge: el papel del sector servicios engloba actualmente al 76% de los trabajadores de nuestro país. Y sin embargo, esta imagen deformada, no recoge lo que ocurre en su interior.

Cuadro1: Estructura del PIB por sectores económicos en España (%)

En 2004, la Asamblea Nacional francesa elaboraba un informe sobre los cambios más recientes en la estructura industrial: «Desde principios de los años 1990, el volumen del valor añadido de las industrias en la manufactura aumenta más rápidamente que el del conjunto de la economía. No existe por tanto desindustrialización, sino crecimiento de la industria. Este fenómeno es común al conjunto de los países industrializados. Paralelamente, la parte del empleo industrial no ha cesado de disminuir, pasando del 24% en 1980 al 15,9% de la población activa en 2002. El origen de esta disminución proviene de las ganancias de productividad de los asalariados en la industria francesa, que se han situado entre las más elevadas del mundo, aumentando un 4,1 % al año desde 1990. (...) Lo que llamamos desindustrialización es en realidad un efecto óptico consecuencia del dinamismo industrial.»[i] El efecto óptico por tanto de desaparición de la industria resulta en primer lugar del aumento de la productividad en el sector, necesitando menos manos para elaborar el mismo producto. Este proceso, que refuerza la importancia central de la industria, a su vez parece hacerla disminuir al emplear menor número de trabajadores .

La Engineering Employer’s Federation de Gran Bretaña escribe en 2002, explicaba otra parte de esta evolución: «Una parte importante de los servicios han sido creados por la industria mediante la subcontratación de sectores como el mantenimiento, la restauración colectiva y la asistencia jurídica. (...) La industria podría abarcar hasta el 35% de la economía, en vez de el 20 % generalmente aceptado, si los cálculos se basaran en estadísticas correctas.»Lo mismo que afirma la Comisión europea en su análisis de 2004: «El proceso de reasignación de los recursos hacia el sector servicios no se debe confundir con la desindustrialización.»[ii]

Asamblea Nacional francesa describía igualmente este aumento de la subcontratación: «El sector industrial está sufriendo cambios, mediante una tercerización creciente de sus actividades. En los años 70 las grandes empresas veían su porvenir en la diversificación de sus actividades. La intensificación de la competencia y las exigencias de rentabilidad invirtieron esta tendencia y condujeron a las grandes empresas a volver a centrarse en el corazón de sus actividades. Con esta lógica externalizaron varias funciones: limpieza de los locales, transportes, restauración colectiva, alquiler de espacios de oficina, contabilidad, diseño… Sodhexo, empresa líder mundial en restauración colectiva, servicios a empresas y gestión y mantenimiento de instalaciones de la industria, debe en parte su crecimiento a este proceso de externalización. (...) El recurso a las empresas de trabajo temporal también constituye una forma de externalización... La empresas recurren de manera creciente la mano de obra temporal. 300.000 de esos trabajadores temporales trabajan para la industria, mientras, en las estadísticas figuran en el sector terciario. (...) La tercerización de la industria es también una consecuencia de la sofisticación de los productos. El proceso de fabricación no es más que un elemento de una cadena que une la definición del producto, su posicionamiento en un segmento del mercado, su diseño, el marketing, la publicidad, los gastos de comercialización... En términos de tiempo y de coste, la fase de elaboración en fábrica es en ciertos casos una mínima parte en el valor final de un producto.»[iii] Es decir: la estadística oficial no refleja la importancia del sector industrial, y gran parte de los trabajadores oficialmente empleados en el sector servicios… en realidad realizan trabajos para la industria.

El economista Henri Houben, añade un tercer elemento al menú de la disminución relativa del peso de la industria en la economía: “Hay tres factores que explican este cambio estructural: el aumento de la productividad – se puede producir con menos personal-, la externalización de algunos servicios previamente reconocidos como perteneciente a una empresa industrial, y la reubicación o deslocalización de las empresas extranjeras, sobre todo en los países del tercer mundo o los llamados emergentes. (…) La productividad es el factor más decisivo y que aumenta con el tiempo, ya que es mucho más alto en el último periodo entre 2000 y 2007.”[iv] La deslocalización, que no disminuye la importancia de la industria a nivel global, si es un factor de desindustrialización a nivel nacional.

La deslocalización, la espiral competitiva organizada por las empresas para minimizar los costes laborales y de producción, no se da sólo fuera de la UE. Aún habiendo perdido decenas de miles de puestos de trabajo con la deslocalización, nuestro país acoge una parte de la deslocalización “dentro” de la UE. Gracias a contar con un menor coste salarial respecto al resto de la Eurozona, produce anualmente más de 2 millones de vehículos.[v] La entrada de los antiguos países de Europa del Este en la zona económica europea aumentó la competencia entre las empresas automovilísticas por trasladar la producción a esos nuevos "nichos de mercado", pero España continúa siendo un lugar de preferencia para la “deslocalización dentro de la UE”, y actualmente la industria automovilística representa el 10% del PIB de nuestro país y el 17.7% de las exportaciones.[vi]

 

Mito 2: Ya no hay grandes concentraciones de trabajadores

 

El segundo mito de la izquierda española, es la desaparición de las grandes concentraciones de trabajadores.  Y es un mito, porque aunque la estructura empresarial, a diferencia de la del siglo XIX, inicios del siglo XX, no concentra a miles de trabajadores en un mismo local… eso no quiere decir que no emplee a decenas de miles de trabajadores trabajando para la misma empresa matriz.

ACS emplea en nuestro país a más de 120.000 personas, El grupo Mondragón y FCC a más de 60.000, y Mercadona  a cerca de 80.000. El hecho de que numerosos trabajadores lo hagan para subcontratas de dichos contratistas, hace más difícil la lucha común de los empleados. Aún con nuevas formas, sigue presente la evidencia señalada por Marx cuando reflexionaba sobre la importancia de los sindicatos: «El capital es una fuerza social concentrada, mientras el obrero no dispone más que de su fuerza de trabajo. (...). La única fuerza social de los obreros está en su número. Pero, la fuerza numérica se reduce a la nada por la desunión. La desunión de los obreros nace y se perpetúa debido a la inevitable competencia entre ellos mismos.” [vii]

Asturias es una región desindustrializada desde hace décadas, donde las decenas de miles de empleados en la industria siderúrgica y minera, han caído en picado. Sin embargo, empresas como Arcelor, Alcoa o las térmicas, concentran a miles de trabajadores de los que dependen decenas de miles de puestos de trabajo en la región.

Los datos de 2006 también van en contra de el mito de la desaparición de la concentración de trabajadores: “Del total de trabajadores industriales, el 23.79 % está en empresas de entre 1 y 19 trabajadores; el 36.52 % en empresas de entre 20 y 199 trabajadores y el 39.68 % en empresas de 200 o más trabajadores. En total algo más del 50% están en empresas de más de 100 trabajadores.”[viii]De hecho, a nivel nacional, el 41% de los trabajadores lo hace para empresas de 250 o más empleados.

¿Pero es que acaso en anteriores épocas históricas, los trabajadores de los grandes centros de producción eran una inmensa mayoría? Lenin describe la situación del país más avanzado de la época : “Si tomamos lo que en Alemania se llama industria en el sentido amplio de esta palabra, es decir, incluyendo el comercio, las vías de comunicación, etc., obtendremos el cuadro siguiente: grandes empresas, 30.588 sobre un total de 3.265.623, es decir, el 0,9% . En ellas están empleados 5,7 millones de obreros sobre un total de 14,4 millones, es decir, el 39,4%...” Hoy, en España, el 2% de medianas y grandes empresas emplean al 60% de la población trabajadora, a más de 7 millones de trabajadores.

Las empresas de decenas de miles de trabajadores en un mismo local o región, del siglo XIX, se han convertido en empresas de miles o centenares de trabajadores en el siglo XX. Que la organización sindical y la creación de grupos estables de trabajo político del Partido es más difícil, sin duda. Que las grandes concentraciones de trabajadores siguen existiendo, también lo es.

 

Mito 3: Lo que puede tener sentido en los países centrales europeos, no lo tiene en los periféricos

Que la crisis profundiza la desindustrialización es una evidencia: año a año cierran gran número de centros de trabajo en el sector industrial. Este proceso no es exclusivo de los países periféricos, tienen lugar en todos los países europeos.

Lo que vemos en el siguiente cuadro:

Evolución del empleo industrial en Europa, los EE.UU. y Japón

en 1960, 1970, 1980, 1990, 2000 y 2011 (en miles de empleados)

Y sin embargo, y en contra de la visión dominante, España no sale necesariamente peor parada que el resto de países centrales. Arcelor, la multinacional del acero, cerró desde el inicio de la crisis las acerías de Lieja (Bélgica), Florange (Francia) y Schifflamge (Luxemburgo). En España, Arcelor cuenta con 14 centros y 11.500 empleados, y desde el inicio de la recesión ha cerrado centros en Villaverde (Madrid) Y Sestao (Euskadi). [ix]

Poniendo a competir a sus distintos centros a lo largo de toda Europa, las acerías de Asturias salieron indemnes frente al cierre en Francia y Bélgica. La multinacional optimiza los costes en toda su cadena industrial, forzando a una espiral descendente en convenios y costes salariales. Y en ese proceso, en muchas ocasiones los trabajadores de los paises del centro europeo salen igualmente perjudicados.

 

Mito 4: Apenas tiene importancia en la nueva economía de servicios

El gobierno del PP inició una campaña publicitaria en 2010 promoviendo el papel de “los emprendedores”. La receta para sacarnos de la crisis residía en la creación de pequeñas empresas, innovadoras, que puedan dar “el gran salto” con inversiones de grupos financieros que promuevan sus productos. Es el mito del emprendedor de garaje, que estaría en la cuna de Silicon Valley, cuando en realidad “En el desarrollo de la aviación, la energía nuclear, los ordenadores, Internet, la biotecnología y los actuales desarrollos en la tecnología verde, es y ha sido el Estado –y no el sector privado- el que ha arrancado y movido el motor de crecimiento, gracias a su disposición de asumir riesgos en áreas donde el sector privado ha sido demasiado adverso al  riesgo”.[x]

El mito del emprendedor que realiza grandes descubrimientos, es una campaña ideológica de los empresarios con dos objetivos: poder comprar patentes a bajo precio realizadas por pequeñas empresas o autónomos, sin cargar con los costes de investigación, y para fomentar el autoempleo y los falsos autónomos que permitan a las empresas saltarse los convenios. Es el caso de los transportistas – camioneros- trabajado para las grandes empresas o la obra pública como autónomos.

En España, “los autónomos y pymes en conjunto suponen el 99,8% del número total de empresas censadas, pero menos del 60% del empleo total (7,8 millones). Por contra, el 0,2% restante, menos de 5.000 grandes empresas emplean más del 40% de trabajadores, más de 5,1 millones, y 935 empresas empleaban a más de 3,6 millones de trabajadores.”[xi]

En nuestro país, el peso de la industria es mayor que el de la construcción, algo que era una realidad en 2008. El empleo en la construcción, que ocupaba al 11% de la población en el inicio de la recesión, ha caído a la mitad. Hoy produce un 10% del valor agregado bruto de la economía española. [xii] La industria, a pesar de contar sólo con el 13% de la población asalariada, produce el 17% de las riquezas del país. [xiii]

Pero la importancia de este sector, no viene sólo dada por las cifras de valor que produce. En realidad, la riqueza de la sociedad se produce, esencialmente, en estos sectores. Que no sólo incluyen en la economía capitalista la industria, si no igualmente el transporte[xiv] o el almacenamiento.

Marx analizó cómo dentro de la clase trabajadora, existe un núcleo, que está en el centro del engranaje de producción de la riqueza social: “La producción capitalista no sólo es producción de mercancías, es en esencia producción de plusvalor. El obrero no produce para sí sino para el capital. Por lo tanto ya no basta que produzca en general. Tiene que producir plusvalor. Sólo es productivo el trabajador que produce plusvalor para el capitalista o que sirve para la autovalorización del capital. Si se nos permite poner un ejemplo al margen de la esfera de la producción material, digamos que un maestro de escuela, por ejemplo, es un trabajador productivo cuando, además de cultivar las cabezas infantiles, se mata trabajando para enriquecer al empresario. Que este último haya invertido en una fábrica de enseñanza en vez de hacerlo en una fábrica de embutidos no modifica en nada la relación. El concepto de trabajador productivo por ende, en modo alguno implica meramente una relación entre actividad y efecto útil, entre trabajo y producto del trabajo, sino además una relación de producción específicamente social, que pone en el trabajador la impronta de medio directo de valorización del capital.”

Y, continúa:“Finalmente, el extraordinario aumento de fuerza productiva en las esferas de la gran industria –acompañado, como lo está, de una explotación intensiva y extensivamente acrecentada de la fuerza de trabajo en todas las demás esferas de la producción- permite emplear improductivamente a una parte cada vez mayor de la clase obrera, y ante todo reproducir de esta manera, y en escala cada vez más masiva, a los antiguos esclavos familiares, bajo el nombre de “clases domésticas”, como criados, doncellas, lacayos, etc...”

El aumento de los trabajadores en el sector servicios en áreas como el diseño, el márketing o la publicidad, o en enormes cadenas de supermercados, no está haciendo que esos sectores sustituyan a la producción como fuente creadora de valor. Son sectores que crecen gracias a la creación de valor en los sectores productivos.

Las subcontratas de numerosos servicios a la empresa ayudan a las empresas a mejorar las ventas en la carrera competitiva. Otras, como los grandes supermercados, las venden al consumidor final. Pero todas ellas dependen por mil hilos de las empresas productoras. Aunque empleen más personal que las empresas industriales – como vemos con los supermercados Mercadona en España o Wallmart en EEUU- o que tengan más beneficios – como Google en EEUU-, no tienen el mismo papel en la cadena de producción de plusvalía.

La importancia central de las grandes empresas en la economía  no ha cambiado frente a la época de Marx. Si no que se ha fortalecido. Hoy, las 300 Empresas Transnacionales más grandes controlan por lo menos una cuarta parte de la producción mundial, aunque proporcionen menos del 1% del trabajo.[xv] El dominio económico de países como EEUU se basa en su cadena de multinacionales, que con el dominio de patentes y tecnología imponen condiciones y subyugan países que se oponen a sus intereses. Estas grandes empresas emplean a millones de trabajadores a lo largo y ancho del planeta, planificando a una escala inimaginable en la URSS, aunque esta planificación no está al servicio de los ciudadanos, si no de los accionistas.

Los centros de producción industrial nuclean la economía de regiones enteras. Cuando los puestos de trabajo en Alcoa peligran, más de 30.000 personas salen a la calle en Avilés. Cuando los astilleros en Vigo salen a la calle, junto a ellos caminan miles de pequeños tenderos, trabajadores precarios, funcionarios públicos y familiares. Unos y otros saben que, en mayor o menor medida, sus puestos de trabajo también están en peligro si hay un cierre industrial.

 

Mito 5: El precariado es la nueva clase emergente

Los minijobs alemanes, los “0-hours Jobs” británicos, los “hamburguer Jobs” americanos o los contratos precarios españoles, hacen nacer en todo el mundo desarrollado, una nueva clase de trabajadores pobres. Miles de jóvenes sólo han conocido en su vida laboral la temporalidad, la precariedad, los cambios de horarios, o los bajos salarios. La estrategia europea de trocear un trabajo estable en varios trabajos precarios baja artificialmente las cifras de paro en la misma proporción en que aumenta las cifras de los trabajadores pobres.

Esta categoría de trabajadores aparece en el panorama nacional en los años 80-90, con el surgimiento de las Empresas de Trabajo temporal, la reconversión industrial y las reformas laborales llevadas a cabo por el gobierno del PSOE. Pero este trabajo inestable, es una constante en la historia del capitalismo.

Marx los llama trabajadores “intermitentes”: “forma parte del ejército obrero en activo, pero con una base de trabajo muy irregular. Esta categoría brinda así al capital un receptáculo inagotable de fuerza de trabajo disponible. Su nivel de vida desciende por debajo del nivel normal medio de la clase obrera, y esto es precisamente lo que la convierte en instrumento dócil de explotación del capital. Sus características son: máxima jornada de trabajo y salario mínimo. (…)Su contingente se recluta constantemente entre los obreros que dejan disponibles la gran industria y la agricultura, y sobre todo las ramas industriales en decadencia (..) Su volumen aumenta a medida que la extensión y la intensidad de la acumulación dejan “sobrantes” a mayor número de obreros.”[xvi] Engels describía en 1884 como la incertidumbre era la constante en aquella época, en que los convenios y derechos laborales eran una entelequia que empezaba a elaborarse en pequeños círculos de sindicalistas y revolucionarios: “...¿Quién le asegura su empleo? ¿Quién le garantiza que, si mañana es despedido por su patrón ..., podrá salir bien del apuro, ... hasta que encuentre otro empleo que le "asegure el pan"? ¿Quién certifica al trabajador que la voluntad de trabajar es suficiente para obtener empleo...? Nadie. Él sabe que el menor soplo, el menor capricho del patrón, la menor coyuntura económica desfavorable, lo lanzará en el torbellino desencadenado al cual ha escapado temporalmente, ... Él sabe que si bien puede vivir hoy, no está seguro que pueda hacerlo mañana.”  (.. )“Y no vayamos a creer que esta gama de obreros comprende simplemente clases fijas que nos permitirían decir: esta fracción de la clase obrera vive bien, aquella mal, siempre es y ha sido así. Muy al contrario, si bien ese es el caso todavía, si ciertos sectores aislados aún disfrutan de alguna ventaja sobre los demás, la situación de los obreros en cada rama es tan inestable, que cualquier trabajador puede ser llevado a recorrer todos los grados de la escala, desde la comodidad relativa hasta la necesidad extrema...” [xvii]                           

En la época de Marx, en la revolución Rusa o en la II República Española la tasa de precariedad era infinitamente mayor que hoy en día. Los convenios laborales comienzan a surgir con el advenimiento de la República en nuestro país, pero sufrirán un duro retroceso durante la dictadura franquista.

Por eso, hacer de la precariedad laboral, una nueva clase social no deja de ser un contrasentido histórico. Además, sus intereses están íntimamente ligados a los de los trabajadores más estables, y en numerosas ocasiones es la lucha de los trabajadores de estos sectores – como la de Coca Cola, los astilleros, las minas, el acero- las que logran crear una correlación de fuerzas más óptima en la lucha capital-trabajo, conquistando nuevos derechos – en la etapa de los años 1970-1980- o frenando el rimo de la precarización – con más intensidad desde 2008-.

Además, la lucha de guerrillas sindical existente en centros como MacDonalds, Burguer King o muchos trabajadores del sector de la Hostelería, no deja de demostrar que aún con contratos más precarios, la esencia de lucha laboral sigue pasando inexorablemente por organizarse sindicalmente. El escritor Isaac Rosa lo describe en el libro “los informáticos salen de la mina”: “Como bien sabe la mayoría de trabajadores del sector, su realidad se llama precariedad, subcontratación, explotación. Trabajadores con largas jornadas, sin cobrar horas extra, a menudo compartiendo espacio con trabajadores de diferentes empresas y con condiciones salariales diferentes... Sí, han leído bien: sindicalismo informático. Suena a contradicción en términos, es verdad. ... Pero así es: todavía son pocos, pero cada vez hay más trabajadores que se afilian, participan en asambleas, secundan movilizaciones, incluso huelgas.“ Marx lo expresaba en su época: “...esa competencia de los trabajadores entre sí es ... el arma más acerada de la burguesía en su lucha contra el proletariado. De ahí los esfuerzos de los trabajadores por suprimir esa competencia al asociarse; de ahí la rabia de la burguesía contra esas asociaciones y sus gritos de triunfo por cada derrota que les ocasiona.[xviii] 

 

Mito 6: Hay otras tareas más urgentes

 

A principios de 1900, apenas el 10% de la población en rusa trabajaba en los grandes centros industriales de las ciudades. El 28% eran pequeños propietarios rurales, el 41% campesinos sin tierra, el 18% campesinos acomodados. En ese contexto, Lenin, al igual que Marx, entiende que el potencial de la clase obrera urbana para nuclear la lucha por el cambio social es mucho mayor que su número:«En cualquier país capitalista, la fuerza del proletariado es incomparablemente mayor que su proporción numérica en la masa general de la población. Y esto es así porque el proletariado domina económicamente en el centro y en el nervio de todo el sistema económico del capitalismo, y también porque, bajo el capitalismo, el proletariado expresa, económica y políticamente, los verdaderos intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores. Por eso, incluso cuando constituye una minoría de la población (o cuando su vanguardia consciente y verdaderamente revolucionaria constituye una minoría de la población), el proletariado es capaz de derribar a la burguesía y de ganarse después muchos aliados entre esa masa de semiproletarios y pequeños burgueses que antes no se habría manifestado jamás a favor del dominio del proletariado»[xix]

Y, a pesar de que la población de los centros industriales se concentraba en unas pocas ciudades, en un país enorme, el partido bolchevique concentra en ese sector el grueso de sus fuerzas. En un texto de 1905, 12 años antes de la revolución, Lenin esboza la estrategia para construir una sólida base para el cambio: “Nuestra labor, ante todo y sobre todo, está dirigida hacia los obreros de las fábricas urbanas. La socialdemocracia rusa – Ndt: los revolucionarios- no debe desperdigar sus fuerzas, debe concentrar su actividad entre el proletariado industrial, el más susceptible de asimilar las ideas socialdemócratas, el más desarrollado intelectual y políticamente, el más importante por su número y por su concentración en los grandes centros políticos del país. Por eso, la creación de una sólida organización revolucionaria entre los obreros fabriles, de la ciudad, constituye la tarea primera y esencial de la socialdemocracia, y sería el colmo de la insensatez desviarse ahora del cumplimiento de este objetivo. Pero aunque reconocemos la necesidad de concentrar nuestras fuerzas entre los obreros fabriles, aunque condenamos la dispersión de fuerzas, no queremos decir con ello, ni mucho menos, que la socialdemocracia rusa haga caso omiso de las demás capas del proletariado y de la clase obrera rusa. Nada de eso. El obrero fabril ruso, por las condiciones mismas de su vida, tiene que establecer continuamente las más estrechas relaciones con kustares, con ese proletariado industrial diseminado fuera de las fábricas, en las ciudades y aldeas, y cuyas condiciones de vida son mucho peores. (…) No es práctico enviar agitadores a los kustares y obreros agrícolas, mientras quede por realizar tal cantidad de trabajo entre los obreros fabriles de la ciudad (…) Por eso se equivocan profundamente quienes acusan a la socialdemocracia rusa de estrechez, de subestimar a la masa de la población trabajadora por atender sólo a los obreros fabriles. Por el contrario, la agitación entre las capas avanzadas del proletariado es el camino más seguro, el único para conseguir también el despertar (a medida que “se vaya extendiendo el movimiento) de todo el proletariado ruso. La difusión del socialismo y de las ideas de la lucha de clases entre los obreros de la ciudad, hará desbordar indefectiblemente estas ideas por canales más pequeños, más diversos; para ello es necesario que estas ideas echen raíces más profundas en el medio más preparado e impregnen a esta vanguardia del movimiento obrero ruso y de la revolución rusa.”[xx]

La combatividad alcanzada en estas movilizaciones, son el alma mater de la transformación social. En nuestro país, cuando la mayor parte de la población todavía trabajaba en el campo, la Huelga de la Canadiense en 1919 logra la primera convención laboral que instaura las 8 horas de jornada laboral. En 1934, la represión de la movilización insurreccional de 1934, con una vital aportación minera, impulsa la campaña que en 1936 daría la victoria al Frente Popular. En 1962 las huelgas mineras nuevamente ponen en jaque al franquismo. Hoy, las luchas de los trabajadores de Sintel o Coca Cola forman parte de la memoría colectiva de decenas de miles de personas. En torno a ellas se extendieron campañas de solidaridad sin precedentes.

 

Mito 7: La izquierda nunca la ha abandonado

 

Portugal conoce una situación semejante a la española, con un 12% de pérdida de poder adquisitivo en el último lustro, durante el que ha conocido 4 huelgas generales.  El mayor sindicato del país, la CGTP, exige “el aumento de los salarios al menos del 4%”."Portugal, afirma, ya no puede continuar subyugada a un Gobierno que, asumiendo su naturaleza de clase al servicio del gran capital, asienta su forma de gobernar en el empeoramiento de los sacrificios impuestos a los trabajadores y al pueblo portugués, para satisfacer los intereses particulares de los grupos económicos y financieros." Tras realizar “consultas a los asalariados en los lugares de trabajo”, la CGTP emplaza “a un gran compromiso de todos los activistas sindicales para intensificar y ampliar la lucha necesaria, desde el fortalecimiento de la unidad de acción de todos los trabajadores en los centros de trabajo”.[xxi] ¿Cuántos activistas españoles no firmarían por tener un sindicato así en nuestro país? ¿Qué puede explicar esa diferencia en la combatividad?

El Partido Comunista Portugués tiene una historia semejante al PCE. Resistió bajo una férrea dictadura fascista. Tuvo un notable papel liderando la lucha contra la dictadura. Y construyó una hegemonía importante entre amplias capas de la población. Sin embargo, en los años 70-80, las líneas políticas entre el PCP y el PCE divergen. El eurocomunismo elimina el trabajo en células en la estructura partidaria. La tesis de la centralidad del trabajo político en los grandes centros productivos desaparece en el PCE.

Hoy el PCE tiene miles de sindicalistas en sus filas. Las principales empresas del país cuentan con militantes y cuadros sindicales del PCE. Pero el PCE, está lejos de desarrollar todo su potencial en la lucha ideológica que tiene lugar en los sindicatos, donde es frecuente que sus militantes defiendan posiciones encontradas o que el PCE no sepa del trabajo sindical o las movilizaciones obreras más importantes.

Por su lado, para el PCP: "La prioridad de la organización es la intervención del Partido junto a la clase obrera y los trabajadores, en las empresas y centros de trabajo y su concreción efectiva, en especial confirmando y destacando cuadros, incluyendo a funcionarios del partido que se dediquen este trabajo; consolidando la organización existente y creando nuevas células o sectores (estableciendo metas en cada organización para aumentar en número); prestando especial atención a las empresas con más de mil empleados y / o de importancia estratégica; ampliando el número de miembros del Partido organizados a partir de las empresas y centros de trabajo, mediante el reclutamiento, la integración prioritaria de nuevos militantes y transferencias de los mismos; asegurando la organización y potenciando la intervención con un sentido amplio, permanente y audaz de conexión con las masas; teniendo en cuenta la diversidad de la situación de los trabajadores, especialmente los vínculos con los precarios; asumiendo este trabajo como una preocupación y tarea de todas las organizaciones y militantes, cuya aplicación requiere decisión, planificación, iniciativa, persistencia y control de la ejecución."

El PCE a pesar de ser la fuerza con mayor número de dirigentes en CCOO, la socialdemocracia va ganando filas y el PCE se “autoinhibe” a la hora de ayudar a fortalecer la conciencia de clase. El PCP, por su parte, difunde sus análisis de manera planificada entre los cientos de miles de cuadros sindicales. El sindicato CGTP, el mayor del país, tiene una amplia implantación y combatividad gracias en parte a las aportaciones desde el PCP. Como escriben el la revista teórica O militante: “En un sistema de partidos, todos los partidos y los gobiernos influyen o tratan de influir en los sindicatos y otros movimientos sociales de masas, lo que es absolutamente normal, dígase, en la arquitectura del sistema político existente y en función de los intereses de clase que cada uno representa y defiende. Pero algunos pueden hacerlo para dividir a los trabajadores y otros para unirlos, a través de orientaciones y prácticas que definen para sus militantes sindicales y para su política sindical. Y aquí está el intríngulis de la cuestión.”[xxii]

En Portugal el PCP no abandona la prioridad del trabajo en los polígonos industriales. Los militantes del PCP de la empresa SN Sixal definen su trabajo: “Todas las células son, por tanto, necesarias e importantes, pero, para el Partido Comunista portugués el partido de la clase obrera y de todos los trabajadores, la célula de empresa es, sin duda, la más importante. Esto se debe a que se encuentran en las empresas donde los trabajadores pasan mucho de su tiempo, la mayoría sienten los efectos de la explotación y mediante la lucha combaten este tipo de explotación y buscan una mejor defensa de sus derechos e intereses laborales, ya que es en las empresas donde más los trabajadores desarrollan su conciencia de clase y más sienten la necesidad de crear una nueva sociedad, una sociedad socialista, libre de la explotación del hombre por el hombre.”[xxiii]  “Como condición para mantener el funcionamiento normal y, en consecuencia, que sus miembros estén motivados y activos, la célula normalmente se reúne dos veces al mes, prosiguen. Sin embargo, debido a las diferencias en los horarios, la distancia de sus lugares de residencia y también a los asuntos familiares de cada uno de ellos, no es fácil buscar las fechas para las reuniones, sin embargo, se han hecho y por lo general con un número significativo de asistencia, lo que ha permitido asegurar la tan necesaria e indispensable discusión colectiva.”

El trabajo de las células no es meramente prepararse para mejorar la defensa de los trabajadores, es ante todo político: “La participación de la célula en la vida del Partido se expresa en varias áreas. Trimestralmente publica su boletín - "NUESTRA VOZ '- con una tirada de 350 ejemplares, cuya distribución es mano a mano en la entrada de las empresas, y donde se tratan las cuestiones laborales de interés para los trabajadores son tratadas y dadas a conocer las posiciones y las iniciativas más importantes del Partido. Además de distribuir su boletín, la célula también distribuye mano a mano en la entrada de las empresas los documentos centrales y regionales emitidos por el partido. La célula colabora anualmente en la organización del Torneo Regional de Fútbol Sala en el condado de Seixal, que se lleva a cabo por lo general a principios de verano, y en el que por lo general participan dos equipos de este grupo de empresas.”

Otro ejemplo Europeo con una creciente influencia sindical es el partido belga PTB. En un reciente congreso resumen cuales son los elementos más importantes: “El progreso de nuestras secciones en el mundo del trabajo se basa en tres pilares: (1) mayor número de análisis y estudios comprensibles por los trabajadores; (2) una colaboración con los sindicatos más óptima y (3) una mayor atención, apoyo e implicación por parte de la dirección. En primer lugar, ahora contamos con análisis y estudios al alcance de los trabajadores, más numerosos y mucho mejores que hace cinco años. Hemos alcanzado un cierto prestigio gracias a las intervenciones de nuestros portavoces en los medios de comunicación y gracias al best-seller ¿Cómo se atreven?, que fue leído ampliamente en los círculos sindicales. Ahora tenemos un cierto grado de autoridad en base a nuestros estudios y conocimientos sobre los impuestos, el aumento de precios de la energía, los servicios de salud y las pensiones. Nuestro apoyo a los trabajadores que resisten nos ha llevado a desarrollar análisis científicos: sobre la legislación salarial, el impuesto salarial, el IVA, el cierre de ArcelorMittal y Ford-Genk. Nuestros estudios rompen con la idea de que la política liberal es una necesidad, de que no existe alternativa. Son bien recibidos en medio del descontento y la resistencia de las personas sobre el terreno. En segundo lugar el Congreso de renovación (2008) ha hecho posible una relación distinta con los sindicatos. Ahora tenemos más perfil de partido político, que defiende su posición de principios, pero que también es flexible y táctico. Y que sabe intervenir respetando a los sindicatos. Esta actitud nos ha facilitado una apertura cada vez mayor: muchas de nuestras propuestas son tomadas en serio por los sindicatos o se invita a los especialistas de nuestro departamento de investigación a dar conferencias o formación. Durante las elecciones de 2014 hubo un número récord de delegados sindicales en nuestras listas electorales y muchos sindicalistas presentaron al PTB como una fuerza política creíble. En tercer lugar, también hubo más atención, apoyo e implicación por parte de la dirección. Dimos una importancia central en el partido al seguimiento de nuestros grupos y al trabajo de nuestros miembros en sus empresas. Hubo más acompañamiento también por parte de las Direcciones Provinciales, más material al alcance de nuestras secciones de empresa, más retroalimentación desde abajo hacia arriba. Redactamos directrices para el trabajo en la clase obrera, un manual para los dirigentes de sección, organizamos seminarios para el intercambio de experiencias, nombramos responsables provinciales e hicimos un balance de las experiencias positivas. También establecimos un departamento del Mundo del trabajo, que debe asumir el control del seguimiento de esta tarea.”[xxiv]

En plena ofensiva de la patronal por eliminar derechos y recuperar ganancias a costa de salarios, hoy más que nunca es preciso que el PCE recupere el trabajo entre la población trabajadora, de una manera planificada, sistemática, científica. Algo que ya hacen los think tanks burgueses para influir a los sindicatos y lideres de opinión, pero en un sentido contrario. Recoger las mejores experiencias propias, y compartir las mejores experiencias de partidos hermanos puede ser un buen comienzo.

 

Alejo Mancebo

Abril 2016

 

 

Pistas para salvar el empleo industrial

•   Una ley que exija repartir la producción entre los sitios de una empresa multinacional que plantea cerrar una planta.

•   Nuestros gobernantes, que fueron capaces de salvar a los bancos en un fin de semana, pueden actuar para proteger el empleo. Pueden aprovechar - aunque sólo sea provisionalmente - los activos de las empresas que clausuran, imponer condiciones para el mantenimiento del empleo y exigir que repartan la producción  de automóviles, acero, textiles entre distintas plantas de Europa.

•   Podríamos imponer a nuestros diputados el voto sobre una ley que prohíba despidos en empresas rentables. En caso de incumplimiento, las empresas deben devolver inmediatamente todas las exenciones fiscales, los subsidios gubernamentales y las reducciones en las cotizaciones patronales recibidas.

•   Llegado el momento, el gobierno puede nacionalizar un sector.

•   Hay que invertir la lógica de la creación de puestos de trabajo. En lugar de invertir dinero en el pozo sin fondo de las multinacionales que utilizan las bonificaciones fiscales para engordar el bolsillo de sus accionistas y no para crear puestos de trabajo, lo mejor es invertir dinero público en trabajos seguros. En primer lugar, es importante movilizar fondos para satisfacer las necesidades de las personas.”[xxv]

 

 

 

 

1. ¿Quienes son los de abajo? Pablo Iglesias Turrión. http://blogs.publico.es/pablo-iglesias/291/quienes-son-los-de-abajo/

[ii]Ibid

[iii]Ibid

[iv]Contra la desindustrialización, cambiemos de lógica. Henri Houben. Estudios Marxistas. Julio 2013

[v]El sector del automóvil en españa. evolución, futuro y proyección. internacional.https://buleria.unileon.es/bitstream/handle/10612/4049/032703992_GCI_DIC...

[vii]Instrucción sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/isdp66s.htm

[viii]La plusvalía y el trabajo productivo. http://www.jaimelago.org/node/53##39

[x]El estado emprendedor http://www.jaimelago.org/node/111

[xi]Autónomos, trabajadores, PYMES y monopolios. http://www.jaimelago.org/node/52

[xiii]Estructura de la economía española por sectores económicos y el empleo (1970-2014). http://economy.blogs.ie.edu/archives/2015/02/estructura-de-la-economia-e...

[xiv]Marx: “La industria del transporte constituye, por un lado, un ramo autónomo de la producción, y en consecuencia una esfera especial de inversión del capital productivo. El Capital. Libro 2, Vol. 4 página 188

[xvi]El capital. Tomo 1. Diversas modalidades de la superpoblación relativa. La ley general de la acumulación capitalista

[xvii]Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, 1844

[xviii]El Manifiesto Comunista. 1848

[xix]V. I. Lenin, Las elecciones a la asamblea constituyente, 1919

[xx]Las tareas de los socialdemócratas rusos (V. I. Lenin).

[xxv]Contra la desindustrialización, cambiemos de lógica. Henri Houben. Estudios Marxistas. Julio 2013